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“Cuando David consultó al Señor, Él le dijo: «No subas directamente; da un rodeo por detrás de ellos y sal a ellos frente a las balsameras. Y cuando oigas el sonido de marcha en las copas de las balsameras, entonces actuarás rápidamente, ya que el Señor habrá salido delante de ti para herir al ejército de los filisteos»” (2 Samuel 5:23-24, NBLA)

Tomamos decisiones desde que ponemos un pie fuera de la cama. Y aunque muchas veces no somos del todo conscientes, cada una de ellas tiene un impacto en nuestras vidas.

Decisiones simples como la de si vamos a pasar tiempo en oración o desplazando el dedo de arriba hacia abajo en las redes sociales, hasta decisiones complejas como la de si vamos a aceptar un trabajo que puede darnos más beneficios, pero a expensas de nuestro tiempo libre.

..Y aunque el proceso para decidir y las respuestas pueden parecer diferentes, ambas revelan una sola cosa: lo que realmente nos importa, lo que somos, lo que hay en nuestro corazón.

En la toma de decisiones, la experiencia, incluyendo la de la vida cristiana, el conocimiento y las emociones, o, para ser más clara, el pensar que somos lo suficientemente capaces de hacerlo “como otras veces”, “como pienso que debe ser” o “como otras personas lo han hecho” pueden impulsarnos a ignorar la guía de Dios o a no esperar por Su respuesta.

Pero no creamos, ni por un momento, que la corriente de la providencia fluye siempre de forma ininterrumpida y en la misma dirección; si no esperamos por la guía de Dios, podemos arriesgarnos a dar un paso del que nos lamentaremos largo tiempo.

Como cita Spurgeon: «Si la Providencia se hace esperar, espera a que la Providencia llegue, nunca te adelantes a ella. El que va delante de Dios va por un camino insensato, pero el que ve las huellas de la Providencia, y lee el mapa de la Escritura, y reconoce: «Este es el camino por el que he de andar», camina por una senda bendita».

En 2 Samuel 5 David nos da una gran lección sobre la búsqueda y la espera por la guía de Dios. Luego de ser ungido como Rey de Israel en Hebrón (V3) no pasó mucho tiempo para que los filisteos, enemigos conocidos, se levanten contra él (V17) y se aproximen hasta el valle de Refaim (V18).

¿Qué fue lo primero que hizo David?

David dependía completamente de Dios: “Entonces David consultó al Señor: «¿Subiré contra los filisteos? ¿Los entregarás en mi mano?» (V19a, NBLA).

David se apoyó en la insondable sabiduría del Altísimo, confió que su vida estaba en Sus poderosas manos (Salmos 31:15) y supo, por experiencia, que sólo Dios era la luz, salvación y fortaleza de su vida (Salmos 27).

¿Qué fue lo que hizo Dios?

La indicación de Dios fue que, de inmediato, suba a su encuentro porque la victoria estaba garantizada: “Y el Señor dijo a David: «Sube, porque ciertamente entregaré a los filisteos en tu mano»” (V19b, NBLA).

1.No todas las “batallas” son iguales

Los filisteos volvieron a buscar batalla y se esparcieron de nuevo en el mismo valle (V22).

David ya había vencido en la batalla previa por lo que pudo haber pensado «Dios está conmigo, ¿Por qué he de buscar de Su guía de nuevo? ¿No son las mismas circunstancias? ¿No son los mismos enemigos? ¿Qué más o nuevas instrucciones podría necesitar? Si ya lo hice una vez seguro que triunfaré de nuevo».

Pero no, el varón conforme al corazón de Dios no actúo así, él no se apoyó en su propio entendimiento.

Y a lo largo de nuestras vidas vamos a pasar por ese mismo camino y, tal vez, pensemos: “Ya tengo experiencia, Dios ya me enseñó como lidiar con esto y sé que elección es la indicada”.

Sin embargo…. «Mientras David pidiera la guía del Señor, tenía éxito. Tan pronto dejaba de buscar la voz de Dios, se metía en problemas. Lo mismo sucede con nosotros» (C. Stanley).

2.Dios da a Su pueblo estrategias distintas para el éxito

David fue lo suficientemente sabio y humilde al BUSCAR la guía de Dios para la segunda batalla. No era su decisión, era la de Dios. No se sintió seguro hasta que hubo expuesto la nueva situación a Dios.

Cuando David consultó al Señor, Él le dijo: «No subas directamente; da un rodeo por detrás de ellos y sal a ellos frente a las balsameras» (V23, NBLA).

David volvió a preguntar por la estrategia y en ambos casos fue diferente. En la primera Dios ordenó atacar inmediatamente y por el frente, pero en la segunda ocasión, tal vez para probarlo o hacerlo más dependiente, ordenó esperar y rodearlos por detrás.

No limitemos a Dios. Ni Sus pensamientos, ni Sus caminos son como los nuestros (Isaías 55:8-9). El siempre tiene el mejor plan porque conoce el futuro (Isaías 46:9-10), es el único que puede saber con exactitud el principio, el final y los resultados de cada situación de nuestras vidas.

3.A veces Dios nos ordena esperar para actuar

«Y cuando oigas el sonido de marcha en las copas de las balsameras, entonces actuarás rápidamente, ya que el Señor habrá salido delante de ti para herir al ejército de los filisteos» (V24, NBLA).

David, no se apresuró a precipitarse a la batalla. En la segunda batalla, esperó a que Dios primero hiera a los enemigos y, luego después de escuchar la señal, el ruido en las copas las balsameras, entró en acción. Y la victoria fue suya porqué obedeció (V25).

«Debemos esperar en Dios para que nos dirija en todo el camino de la vida; Él está al timón y su mano debe dirigir nuestro rumbo» (C. Spurgeon).

Amiga, aprendamos de David a no dar ningún paso sin Dios, aprendamos a buscar y esperar por Su guía. En cada decisión pequeña o grande, debemos honrar a Dios y eso empieza por involucrarlo en todo el proceso. Él nos creó y nos salvó, es el soberano y Señor de nuestras vidas.

Si estamos buscando la guía de Dios dediquémonos a la oración y a meditar en las Escrituras. Esperemos hasta escuchar Su señal.

 

Oremos:

Querido Padre, perdónanos por las veces que nos hemos adelantado a Tu guía o no te hemos consultando por confiar en nuestra experiencia o en nuestro propio entendimiento. Ayúdanos a honrarte con nuestras acciones y esto empieza por darte la prioridad en nuestras vidas. Eres nuestro Señor.  En el Nombre de Jesús. Amén. 

 

 

 

Versículo para meditar:

Salmos 139:9-10 Si tomo las alas del alba, Y si habito en lo más remoto del mar, Aun allí me guiará Tu mano, Y me tomará Tu diestra. (NBLA)

 

Para reflexionar:

¿Estás apoyándote en tu propio consejo o de alguien más para la toma de decisiones? ¿Te está costando esperar por la guía de Dios? ¿Has sometido tu situación y la elección a la voluntad de Dios?

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.