“Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días, porque la amaba”

Génesis 29:20 (RVR1960)

Mientras estudiábamos la providencia de Dios ordenando el encuentro de Jacob y Raquel en el pozo de agua, mi corazón empezó a confortarse en esta Verdad hasta que el pastor pronunció estas palabras: “El amor hace que los SACRIFICIOS DIFÍCILES se conviertan en SACRIFICIOS FÁCILES. Cuando amas a alguien cualquier sacrificio que hagas por ellos es fácil. El amor es el motor que impulsa el trabajo, el verdadero amor trabaja duro por el amado, sacrifica mucho por el amado y gasta energía por el amado; el verdadero amor no puede quedarse quieto y en silencio, se mueve para servir al amado”.

En las semanas previas había estado lidiando con amar a alguien que me causó dolor y estas palabras precisamente fueron más cortantes que una espada de dos filos que penetraron mi corazón y expusieron mis justificaciones erradas.

Todas tenemos “ese alguien” que nos hirió, ofendió, no cumplió las expectativas y que seguirá presente en nuestras vidas. Entonces, cuando somos llamadas a amarlas, muchas veces, nuestro instinto de autoprotección se activa y empezamos a justificarnos: “No puedo hacerlo”.

“teniendo presente sin cesar delante de nuestro Dios y Padre su obra de fe, su TRABAJO de amor y la firmeza de su esperanza en nuestro Señor Jesucristo” (1 Tesalonicenses 1:3, énfasis añadido, NBLA)

La palabra trabajo en el griego es “Kopos (G2873)” que significa cortar, talar, golpear; figurativamente lamentar. Transmite el sentido de que el trabajo implica esfuerzo intenso, fatiga, sufrimiento, desgaste y tristeza. Subraya el desgaste que se produce como resultado del esfuerzo al extremo.

Con esto, podemos decir que el amor nos mueve a trabajar y a pagar un alto precio: sangre, sudor y lágrimas. El amor impulsa e incita este arduo trabajo.

Y la palabra amor en el griego es “Agape (G26)” que en palabras de W. Barclay es: «el ágape es el amor cristiano que no es una simple experiencia emocional que nos viene espontáneamente, es un principio deliberado de la mente, una conquista deliberada, una proeza de la voluntad, una benevolencia insuperable y una bondad invencible. Es una deliberada convicción que resulta en una deliberada norma de vida. Ágape apela a todo el hombre para realizarse; no sólo toma su corazón, sino también su mente y su voluntad»

El amor ágape también puede describirse como amor sacrificial, está dispuesto a sacrificarse por los demás sin importar como actúen en retorno, sin importar que digan o que piensen de nosotras.  

“Ese amor sólo puede llegar a nosotros cuando Cristo, que es ese amor, viene a habitar en nuestros corazones…» (Barclay). Si, el fruto del amor está en nuestros corazones (Gálatas 5:22), no hay justificación para decir “no puedo hacerlo”. Es un hecho que no será fácil hacerlo visible pues la carne alimentada por los pensamientos que nos recuerdan, una y otra vez, que nos hicieron siempre luchará por imponerse. Pero si tenemos el mismo Espíritu que resucitó a nuestro Señor Jesús de los muertos venceremos.

«Y si tuviera profecía, y entendiera todos los misterios y todo conocimiento, y si tuviera toda la fe, de tal manera que trasladara los montes, y no tengo amor, nada soy» (1 Corintios 13:2, RVR95) «Y si hago enormes sacrificios por servir a Dios y a mi familia impulsada por cualquier motivación que no sea el amor…nada soy»

Mientras escribo estas líneas oro para poder amar sacrificialmente como nuestro Señor lo hizo por nosotras. ¡Cuánto tiempo viví en desobediencia, desprecio, ofensa a Su persona y Palabra, y cuántas cosas más, aun así, me extendió Su perdón y me amó sacrificialmente!

Anhelo que mi ser amado también conozca a nuestro Señor. ¿Cuál es mi parte? ¿Y si ve el fruto de amor en mis acciones?

 

 

Oremos:

 

Querido Padre, reconocemos que no estamos haciendo visible el fruto del amor que depositaste en nosotras. Renueva nuestra mente con el verdadero significado del amor ágape. Ayúdanos a amar sacrificialmente como Tú lo hiciste en el madero. En el Nombre de Jesús. Amén.

 

 

Versículos para meditar:

 

1 Corintios 13:4-7, El amor es sufrido, es benigno; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no se envanece, no hace nada indebido, no busca lo suyo, no se irrita, no guarda rencor; no se goza de la injusticia, sino que se goza de la verdad. Todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta. (RVR95)

Romanos 5:8, Pero Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros. (RVR95)

 

 

 

Para reflexionar:

 

Trae a la memoria a la persona que es “difícil” de amar. Ora a Dios para que te ayude a verla como Él la ve y decidas hacer visible ese amor de Dios en tu corazón.
Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.