“Porque si permaneces callada en este tiempo, alivio y liberación vendrán de otro lugar para los judíos, pero tú y la casa de tu padre perecerán. ¿Y quién sabe si para una ocasión como esta tú habrás llegado a ser reina?»”
Ester 4:14 (NBLA)

Perdió a sus padres en menos de un año y seguía atravesando pruebas muy duras. Mientras escuchaba su relato, un golpe tras otro, mi mente trataba de recordar historias bíblicas para animar su corazón atribulado.

Así que empecé por Job, ideal para lidiar con el sufrimiento de la pérdida, y continúe con el apóstol Pablo que se esforzó por olvidar el pasado y proseguir hacía la meta.

“Entonces debo de confiar en Dios para la solución de mis problemas”, fue su respuesta.

Tal vez, tiempo atrás, hubiera dicho “Si” e irme pensando “logré mi objetivo y ahora confiará en Dios”.

Pero, de inmediato, repliqué: “La confianza en Dios se te va a acabar en un día si no conoces Su carácter y la manera como trabaja en la vida de Sus hijos y para eso debes abrir tu Biblia”.

Aquella respuesta fue directa pero sincera pues provino de un corazón que estaba sostenido únicamente por la esperanza puesta en Su Palabra (Salmos 119:114).

Al estudiar el libro de Ester, la huérfana escogida entre muchas para convertirse en reina y en instrumento de salvación de la nación de Israel, aprendemos sobre la Providencia divina, la sumisión y la obediencia, sin embargo, hay algo más por destacar: “la confianza que hace la diferencia”.

Al enterarse del edicto real para destruir, matar y exterminar a TODOS los judíos del Imperio Persa (Ester 3), Mardoqueo, primo de Ester, rasgó sus vestiduras, vistió de cilicio y ceniza, y clamó amargamente. Luego, pidió a Ester suplicar e interceder ante el rey por su pueblo, sin embargo, el temor por su vida la persuadió e intento evadir la misión.

La confianza temporal está puesta en el hombre y las circunstancias

La respuesta de Mardoqueo reflejó lo que había en su corazón. Él no dijo: “Ester nuestra única esperanza eres tú, si no actúas estamos acabados”. No tembló de miedo ni dudó. Su esperanza y su mirada estuvieron puestas en el lugar correcto, no en los acontecimientos ni en las personas.

Cuándo estás en dificultades: ¿a quién recurres primero? ¿en quién o en qué pones tu esperanza?

Recordemos las palabras de Jeremías a la rebelde Judá: “«Maldito el hombre que en el hombre confía, Y hace de la carne su fortaleza, Y del Señor se aparta su corazón. Será como arbusto en lugar desolado y no verá cuando venga el bien; habitará en pedregales en el desierto, una tierra salada y sin habitantes” (17:5-6, NBLA)

La confianza permanente está puesta en Dios y Sus promesas

“alivio y liberación vendrán de otro lugar para los judíos” Maravillosa confianza, ¿no es así?

Mardoqueo pudo haber recordado el pacto de Dios con Abraham (Génesis 12:3; 17:1-8) y la profecía de Jeremías sobre el Renuevo de Justicia que descendería de la simiente de David (33:14-26) por lo que exhibió una fe verdadera en el poder soberano de Dios para preservar a Su pueblo.

Sin mencionar el nombre de Dios, sus palabras afirmaron su TOTAL confianza en el carácter fiel del Altísimo y en la veracidad de Sus promesas. Estuvo convencido de que el plan para destruir al pueblo se frustraría; si la liberación no llegaba a través de Ester, entonces surgirá de otra parte.

Así como el Santo de Israel guardó a Su pueblo para llevar a cabo Sus propósitos así también Su mano poderosa está en nuestras vidas, aunque todo parezca oscuro y sin esperanza. Nuestra confianza está puesta en Él.

“Entonces, ¿Qué diremos a esto? Si Dios está por nosotros, ¿quién estará contra nosotros? El que no negó ni a Su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también junto con Él todas las cosas?” (Romanos 8:31-32, NBLA)

La confianza permanente también puede cambiar otras vidas

La plena confianza en la soberanía de Dios se resume en su exhortación a Ester: «¿Y quién sabe si para una ocasión como esta tú habrás llegado a ser reina?»

Con todos estos argumentos, pero sobretodo por la fe de Mardoqueo puesta en acción, los ojos de Ester cambiaron de dirección: “dejó de mirar su vida, las circunstancias y miró a Dios”. Entonces, se sacudió del temor y decidió con valentía obedecer a Dios: “y si perezco, que perezca” (V4d).

Los resultados: una nación salvada y propósitos de vida cumplidos.  

¿Tu vida está siendo un reflejo de una confianza basada en Dios y Su Palabra?

Amiga, la diferencia entre la paz y la ansiedad, la esperanza y la desesperación, el gozo y el desánimo, la luz y la oscuridad, la estabilidad y la confusión, está en la confianza permanente que proviene del conocimiento de Dios y Sus promesas y esto es solo a través del estudio de Su Palabra.

Su soberanía y fidelidad impregnan cada escena bíblica y eso nos ayuda a ver nuestras vidas desde una perspectiva correcta.

Entonces, ¿dejaremos nuestras Biblias en los estantes? o ¿dejaremos que nuestros corazones se sumerjan y absorban la Verdad?

 

 

Oremos:

Querido Padre, queremos cultivar una confianza permanente aquella cimentada en el conocimiento de Tu persona y Tus promesas. Ayúdanos a comprometernos con el estudio fiel de las Escrituras y abre nuestros ojos del entendimiento. En el Nombre de Jesús. Amén.

 

Versículo para meditar:

Jeremías 17:7-8 “Bendito es el hombre que confía en el Señor, Cuya confianza es el Señor. Será como árbol plantado junto al agua, Que extiende sus raíces junto a la corriente; No temerá cuando venga el calor, Y sus hojas estarán verdes; En año de sequía no se angustiará Ni cesará de dar fruto.” (NBLA)

 

Para reflexionar:

¿Estás considerando el estudio de la Biblia como una prioridad en tu vida? ¿piensas que leer el versículo diario o el devocional es suficiente para tu crecimiento? Oramos para que Dios disponga nuestro corazón cada día para estudiar Su Palabra.

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.