«Y Ana le respondió diciendo: No, señor mío; yo soy una mujer atribulada de espíritu; no he bebido vino ni sidra, sino que he derramado mi alma delante de Jehová«

 1 Samuel 1:15 (RVR-1960) 

“No entiendo como un Dios que dice ser justo ayuda a unos y no a otros”, fue su respuesta en aquella mañana fría.

Intenté responder rápidamente con versículos sin llegar a ser convincente, hasta que finalmente dije, con profunda certeza: “No voy a cambiar lo que conozco del Señor por lo que no conozco, y lo que conozco de Él es que es sabio, fiel y digno de toda mi confianza”.

Estaba viviendo días muy confusos y en mis oraciones pedía a Dios por Su guía o, al menos, por descanso de mi alma y fue a través de esta conversación con un no creyente que la neblina de mis ojos empezó a disiparse.

Yo tampoco entendía que pasaba en mi vida, ¿era la providencia de Dios? o ¿era consecuencia de mis decisiones?… no era el momento de entender sino de confiar en un Dios que nunca cambia.

En el libro 1 Samuel 1 encontramos a Ana, una mujer que perseveró y confió a pesar de su sufrimiento.

Elcana tenía dos esposas, Penina quien tenía hijos y Ana a quien Dios no había concedido hijos (V5). En aquella época, la infertilidad era sinónimo de maldición divina por lo que Ana sufrió el rechazo y la crítica de la gente y también de la otra esposa.

Pero Ana no dejó de adorar a Dios…

“Y su rival la irritaba, enojándola y entristeciéndola, porque Jehová no le había concedido tener hijos. Así hacía cada; cuando subía a la casa de Jehová, la irritaba así; por lo cual Ana lloraba, y no comía” (1 Samuel 1:6-7, RVR 1960).

Cada año Elcana y su familia cumplían con la ley mosaica de ir tabernáculo ubicado en Silo, para adorar a Dios y presentar sacrificios por sus pecados. Y cada año Ana soportó las burlas y provocación de la otra mujer, a pesar de su dolor no respondió mal por mal, sino que decidió ser fiel a Dios, ser humilde y confiar en Él.

Pero Ana buscó la solución únicamente en Dios a través de la oración…

“Y Elcana su marido le dijo: Ana, ¿por qué lloras? ¿por qué no comes? ¿y por qué está afligido tu corazón? ¿No te soy yo mejor que diez hijos? Y se levantó Ana después que hubo comido y bebido en Silo…ella con amargura de alma oró a Jehová, y lloró abundantemente” (1 Samuel 1:8-10, RVR 1960).

No había nada que Elcana pudiera hacer por Ana, por eso, ella fue directamente a la Única fuente capaz de entender y satisfacer sus necesidades más profundas: Dios.

Ana actúo de forma correcta aún en medio de esa situación dolorosa, injusta y confusa: entregó completamente su necesidad a Dios.

Y Ana recibió el poder para perseverar, no por entender sino por confiar….

“Y ella dijo: Halle tu sierva gracia delante de tus ojos. Y se fue la mujer por su camino, y comió, y no estuvo más triste” (1 Samuel 1:8-10, RVR 1960).

Dios no prometió a Ana un hijo, tampoco aseguró que cerraría la boca de sus burladores, pero si saturó su corazón de paz. ¿Por qué? Porque Ana derramó todo lo que había en su interior y no volvió a recogerlo. Rindió su voluntad a Dios. Confió con todo su corazón y no se apoyó en su propio entendimiento (Proverbios 3:5).

Y Dios se “acordó” de Ana y ella concibió a quien puso por nombre Samuel «Porque se lo he pedido al Señor» (V20).

Amiga, tal vez hoy estás enfrentando una situación similar donde la oposición y el dolor están minando tu relación con Dios. Sigue adorando.

Tal vez hoy te sientes incomprendida y con un gran vacío en tu corazón. Acude a Dios en oración, Él te conoce perfectamente y es el Único capaz de satisfacer tu necesidad.

Tal vez hoy el razonamiento está intentando silenciar la Verdad de Dios. No trates de entender, deja que tu alma halle descanso en providencia de Dios y en Su carácter fiel y santo.

 

 

Oremos:

 

Querido Padre, hoy decidimos adorarte, buscarte y entregar todo en Tus amorosas y poderosas manos. Sin importar nuestras circunstancias nosotras decidimos confiar con todo nuestro corazón en Ti, un Dios que no cambia y que siempre será digno de toda nuestra adoración. En el Nombre de Jesús. Amén

 

Versículos para meditar:

 

1 Pedro 5:6-7 Humíllense, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que Él los exalte a su debido tiempo, echando toda su ansiedad sobre Él, porque Él tiene cuidado de ustedes. (NBLA)

Salmos 33:14-15, Mas yo en ti, Jehová, confío; digo: «¡Tú eres mi Dios. En tu mano están mis tiempos!» Líbrame de manos de mis enemigos y de mis perseguidores. (RVR-1995)

 

Para reflexionar:

 

¿Qué estás sujetando fuertemente en tus manos y que aún no rindes a Dios? Oramos para que hoy abras completamente tus manos y entregues todas tus necesidades, preguntas y dudas a nuestro Padre Celestial Su paz inundará tu corazón.

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.