El Señor dice: «Yo te instruiré, yo te mostraré el camino que debes seguir; yo te daré consejos y velaré por ti.

Salmos 32:8 (NVI)

Hace un tiempo ella me preguntaba sobre mis planes a futuro, tal vez tratando de ayudar a otra mujer cuya vida en sus treinta y tantos años parece incierta. Ella tiene una carrera exitosa y una familia, y la otra es una mujer soltera con un trabajo exigente y una madre a quien cuidar.

La verdad es que la mayoría de las veces me sentía avergonzada porque ella había conseguido muchos de sus objetivos en la vida mientras que yo apenas sobrevivía a una rutina autoimpuesta. Me culpaba por haber tomado decisiones equivocadas con respecto a mi futuro, cuando estaba lejos de Dios, y creía que esos errores me habían arrojado a este «camino estéril» y sin salida.

Dios sabía cuál sería mi mayor batalla espiritual, por lo que días después de rendir mi vida a Él el Salmo 32:8 penetró profundamente mi corazón: “Yo te guiaré por el mejor camino para tu vida. Te aconsejaré y velaré por ti». Y desde entonces, me aferré a esta promesa orando con perseverancia para que Dios guie mis pasos y enderece mi camino, sin embargo, parecía que seguía caminando — dando tumbos — y sin rumbo claro.

Con el paso de los años y, a falta de un cambio en mis circunstancias — y muchas puertas cerradas — preguntas agobiantes invadieron mi mente: “¿Por qué Dios no me enseña el camino a seguir?” “¿Por qué Dios no responde mis oraciones?” “¿Qué estoy haciendo mal si me esfuerzo por obedecer?

No obstante, fueron las puertas cerradas, las que inútilmente toqué, los medios que Dios usó para iluminar los ojos de mi corazón (Efesios 1: 18) y quebrar con gracia mi voluntad — y terquedad — para entender Su propósito: “el mejor camino”. Por años fui incapaz de entenderlo, aunque Dios había depositado ese deseo desde que estuve en el vientre de mamá (Salmos 139:13-15).

¿Podemos cuestionar la forma de trabajar del Alfarero? No. Él decide cómo obrar en nuestras vidas (Romanos 9:20). Y a lo largo de nuestro caminar con Dios serán muchas las veces que nuestra perspectiva limitada nos impedirá entender y ver los rastros de Sus huellas delante nuestro. Los mismos discípulos tampoco comprendieron porque Jesús hacía lo que hacía: “Jesús contestó: —Ahora no entiendes lo que hago, pero algún día lo entenderás” (Juan 13:7, NTV).

¡Aférrate a esta verdad! Dios si nos guía desde el primer momento que DISPONEMOS nuestro corazón para conocer Su voluntad y obedecerla. Incluso las puertas cerradas son medios que Él utilizará para cambiar nuestra perspectiva y redirigir nuestro camino.

A medida que nuestra comunión y conocimiento de Dios se conviertan en nuestra prioridad y que la Palabra transforme nuestra mente (Romanos 12:2), nuestro corazón quedará libre de las ideas erróneas — también de la ceguera —y será lleno de la voluntad de Dios.

Tal vez estás dudando de la guía de Dios o pensando que tus errores son irreparables; tal vez anheles encontrar el propósito de Dios en tu vida o tal vez solo quieres otra oportunidad. No trates de entenderlo ahora. Entiendo todo lo que sientes. Quiero animarte a seguir orando y buscando a Dios; Él SI nos escucha y SI ve nuestros corazones. Él nos guía hacia Su perfecta voluntad, incluso cuando pensamos que seguimos deambulando con rumbo incierto.

Un día miraremos atrás y veremos claramente Sus huellas, y también Su mano.

 

Oremos:

Querido Padre, estamos agradecidos porque Tú ordenas nuestros pasos por Tu Palabra. Por favor, ayúdanos a rendir nuestra voluntad, concédenos el discernimiento y danos la voluntad para obedecer. En el nombre de Jesús, Amén.

 

Versículos para meditar:

  • Proverbios 19:21, Muchos son los planes en el corazón del hombre, Mas el consejo del Señor permanecerá (NBLA).
    Salmos 25:4-5, Señor, muéstrame Tus caminos, Enséñame Tus sendas. Guíame en Tu verdad y enséñame, Porque Tú eres el Dios de mi salvación. (NBLA)

 

Para reflexionar:

¿En qué área de tu vida necesitas la guía de Dios? Humilla tu corazón, deja tu carga a Sus pies, pide Su guía, abre tu Biblia y espera en Él. 


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