Una de las armas preferidas de enemigo de nuestras almas es el desánimo porque es el punto de partida que desencadena otras emociones dañinas como la depresión, nos convierte en creyentes inestables e inefectivos y, sobretodo, afecta nuestra comunión con Dios y el servicio que Él nos ha asignado en Su Reino.

Es un hecho que el diablo, la corriente de este mundo, las personas y nuestras propias debilidades nos colocarán, no una sino muchas veces, en una montaña rusa de emociones, algo con lo que no es fácil de lidiar.

Y, tal vez, hoy tu corazón este desanimado, mirando un horizonte gris, con el reloj que sigue girando y sin esperanza alguna de cambio. La realidad ante nuestros ojos, el diagnostico médico negativo, la cuenta bancaria, el matrimonio fallido puede gritarnos ¡no hay esperanza! pero en Dios y sólo en Dios tenemos una esperanza viva, un amor que nunca falla y compasión que nunca se agota.

Así que, ¿Cómo podemos vencer esta feroz batalla?

La respuesta la encontramos en la Palabra: lámpara a nuestros pies y luz a nuestro camino. En 1 Reyes 19 se nos presenta la historia de Elías que nos ilustra grandes verdades.

…Cuando la esperanza se hace añicos

Entonces envió Jezabel a Elías un mensajero para decirle: «Traigan los dioses sobre mí el peor de los castigos, si mañana a estas horas no he puesto tu persona como la de uno de ellos» (V2)

La Biblia no detalla las expectativas del profeta después de tal manifestación del poder divino en el Monte Carmelo (1 Reyes 18), quizás esperaba por un cambio en el corazón del rey, un arrepentimiento genuino por la idolatría o que Jezabel se rindiera a Dios, pero nada de esto ocurrió. Por el contrario, fue amenazado de muerte; peor aún sucumbió a la desesperanza.

A veces, nuestras expectativas de cómo y cuándo se solucionará un problema se convierten en una “exigencia”, en nuestra prioridad para alcanzar la paz o el gozo, olvidando que no debemos usurpar el lugar del Soberano tampoco apoyarnos en nuestro entendimiento. La decepción va a robar nuestra esperanza.

«Dios nos hace responsables por nuestra confianza en Él, por nuestra obediencia, por nuestro amor, por nuestra perseverancia y por nuestra fidelidad para hacer lo que Él nos ha llamado a hacer. No nos hace responsables de los resultados. Los resultados están en Sus manos, no en las nuestras» (S. Cole)

…Cambiamos nuestro enfoque

Viendo Elías el peligro (V3a)

Fue entonces que la desesperanza llevó a Elías a apartar los ojos del Señor y a enfocarlos en las circunstancias amenazantes, Jezabel y la infidelidad del pueblo hebreo por lo que se llenó de temor.

Y como creyentes hemos sido llamadas a caminar por fe, no por vista, que no significa negar o ignorar la realidad, más bien, reconocer que Dios sigue sentado en Su trono, controlando cada acontecimiento y obrando tras bastidores para un resultado bueno para nosotras. Caminar por fe es creer que lo que ha llegado a nuestra vida ha pasado primero por la mano de Dios y es seguir orando conforme y en sumisión a Su Palabra.

«Siempre que andamos por vista, perdemos gran parte de la bendición y provisión de Dios. Esto no significa que Él nos abandone. Dios no abandonó a Elías. De hecho, lo buscó y lo atendió. Sin embargo, durante nuestros tiempos de incredulidad, perdemos lo mejor de Dios» (S. Cole)

…Y recurrimos a estrategias sin buscar la dirección de Dios

se levantó y se fue para salvar su vida. Al llegar a Beerseba, que está en Judá, dejó allí a su criado. Luego de caminar todo un día por el desierto, fue a sentarse debajo de un enebro (V3b-4a)

Al quitar a Dios del cuadro, Elías decidió huir al desierto pensando que esa era la única opción para protegerse de las amenazas de Jezabel. El enebro se convirtió en su refugio en lugar de Dios que es Amparo y Fortaleza de Sus Hijos.

No nos adelantemos a Dios siguiendo nuestras estrategias para manipular o controlar las situaciones, busquemos Su guía a través de Su Palabra y si corremos que sea hacia ÉL: “El nombre del Señor es torre fuerte, A ella corre el justo y está a salvo” (Proverbios 18:10, NBLA)

… Entonces caemos en el desánimo y la desesperación

Entonces se deseó la muerte y dijo: «Basta ya, Jehová, quítame la vida, pues no soy yo mejor que mis padres» (V4b)

El resultado de las expectativas no satisfechas derivó en desesperanza que a su vez llevaron al profeta a desviar su mirada y tomar decisiones autónomas y precipitadas. ¿Y el resultado? Un corazón desanimado, deprimido, abatido y con autocompasión.

A fin de resistir los altibajos de esta vida necesitamos tener estabilidad emocional que fluye de una vida espiritual cimentada en la Roca firme, Sus principios y promesas. Él es nuestro único Refugio y lugar seguro.

…Pero Dios nunca nos deja ni nos abandona

Entonces le llegó una voz que le decía: —¿Qué haces aquí, Elías? (V13)

Puede que Elías no sintiera la presencia de Dios, pero Dios no lo había abandonado, tal vez, no entendía lo que estaba haciendo, pero Él seguía teniendo el control.

Amiga, el hecho que no actúe conforme a nuestras expectativas, modos y tiempos no significa que Dios este ausente. La carrera de fe se corre por convicción, no por sentimientos, por tanto, es aquí donde debemos anclarnos en la persona de Cristo, reemplazar con Su Palabra los pensamientos que intentan derrumbarnos y confiar en Él por el mejor resultado cualquiera sea éste… incluso si no es de acuerdo a nuestras expectativas.

 

Oremos:

Querido Padre, te pedimos perdón por olvidar Tu Palabra y por no luchar la batalla de la fe como nos has enseñado. Ayúdanos a proteger nuestra mente y a no desviar nuestros ojos de Ti. Te damos gracias por nunca abandonarnos aunque muchas veces no somos conscientes de ello. En el Nombre de Jesús. Amén. 

 

Versículo para meditar:

1 Corintios 15:58 Por tanto, mis amados hermanos, estén firmes, constantes, abundando siempre en la obra del Señor, sabiendo que su trabajo en el Señor no es en vano (NBLA)

 

Para reflexionar:

Si hoy estás desanimada, oramos para que la Verdad de Dios ilumine los ojos de tu corazón y te inunde de gozo. 

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.