«Él creyó en esperanza contra esperanza, para llegar a ser padre de muchas gentes, conforme a lo que se le había dicho: Así será tu descendencia»

(Romanos 4:18, RVR1960)

María y Martha lloraban la muerte de su hermano Lázaro quien yacía en su tumba por 4 días, ¿esperanza de volver a la vida? No. Hasta que llegó el Señor Jesús y dijo: “…¡Lázaro, ven fuera! Y el que había muerto salió, atadas las manos y los pies con vendas, y el rostro envuelto en un sudario” (Juan 11:43c-44b, RVR1960).

La mujer del flujo de sangre durante 12 años gastó todo cuanto tuvo para ser sanada y en vez de mejorar empeoró, ¿esperanza de sanidad? No. Hasta que apareció Jesús y dijo: “Hija, tu fe te ha hecho salva; ve en paz, y queda sana de tu azote” (Marcos 5:34, RVR1960).

Elisabet era estéril y su esposo Zacarías era de edad avanzada, ¿esperanza de convertirse en padres? No. Hasta que se apareció el Angel del Señor y dijo: “Zacarías, no temas; porque tu oración ha sido oída, y tu mujer Elisabet te dará a luz un hijo, y llamarás su nombre Juan” (Lucas 1:13, RVR1960)

Puedes escribir tu nombre y tu situación aquí…

Todas nos hemos encontrado o, tal vez, estamos ahora mismo en medio de una situación donde desde nuestra perspectiva una solución parece imposible, y por lo tanto, nuestra esperanza es inexistente. Pero estos ejemplos bíblicos nos enseñan que nuestra esperanza sólo debe estar cimentada en el carácter de Dios y en Su Palabra.

En Romanos 4, Pablo se refiere a Abraham para sustentar la doctrina de la justificación por fe: “él creyó a Dios y eso le fue contado como justicia”.

Y cuando llegamos al versículo 18 nos encontramos con la frase “él creyó en esperanza contra esperanza”. ¿Dos esperanzas?

El Pastor Lawson señala que la primera se refiere a la esperanza humana que mira a su alrededor y solo ve imposibilidades y la segunda se refiere a la esperanza que está arraigada y anclada en la misma palabra de Dios que mira alrededor y confía que Él hará como ha prometido.

Dios había prometido a Abraham que tendría un hijo y que se convertiría en padre de una multitud de naciones (Génesis 17) pero, humanamente hablando, no tenía ninguna razón para esperar por un hijo y mucho menos tener una descendencia innumerable.

Pero Abraham dejó de mirar su cuerpo casi muerto y la esterilidad de Sara y decidió mirar, aferrarse y creer a la promesa de Dios. La esperanza de Abraham ya no estaba basada en lo que sus ojos naturales o su “corazón” afirmaban, sino que estaba cimentada en lo que sus oídos espirituales proclamaban, la pura y confiable palabra de Dios.

Tal vez, como yo, has pensado: ¡Pero Dios habló directamente con Abraham y su promesa fue tan clara, en mi caso todo es confuso, incierto, sin sentido! ¿Qué esperanza tengo?

Sin embargo, recordemos que aunque Dios no nos hable audiblemente TODA la Escritura es inspirada y proviene de Dios (2 Timoteo 3:16). Y quiero compartirte algunas de Sus promesas para este tiempo en donde mi corazón grita cada día: ¡No hay solución! ¡Es imposible! ¡Tus esfuerzos son inútiles!

  1. “Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, para que él os exalte cuando fuere tiempo; echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:6-7, RVR1960).
  2. “No nos cansemos, pues, de hacer bien; porque a su tiempo segaremos, si no desmayamos” (Gálatas 6:9, RVR1960).
  3. “Por tanto, no desechen su confianza, la cual tiene gran recompensa. Porque ustedes tienen necesidad de paciencia, para que cuando hayan hecho la voluntad de Dios, obtengan la promesa” (Hebreos 10:35-36, NBLA).
  4. Y Él me ha dicho: «Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad» (2 Corintios 12:9a, NBLA)

Puedes añadir Sus promesas para ti en este tiempo.

Amiga, escojamos la esperanza que proviene de los oídos espirituales que escuchan y el corazón que cree en la Palabra de Dios.

 

 

Oremos:

 

Querido Padre, el día de hoy nos acercamos a Tu presencia despojándonos de toda incredulidad, argumento, necedad para poder oír Tu Palabra y esperar confiadamente que Tú harás como has prometido.  En el Nombre de Jesús. Amén.

 

 

Versículos para meditar:

 

Jeremías 17:7-8, Bendito el varón que confía en Jehová, y cuya confianza es Jehová. Porque será como el árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto. (RVR1960)

 

 

 

Para reflexionar:

 

Te invitamos a escribir, en un diario o cuaderno, la situación aparentemente imposible que enfrentas y junto a ella empieza a a registrar las promesas de Dios que encuentres en las Escrituras.


Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.