«Y David estaba muy angustiado porque la gente hablaba de apedrearlo, pues todo el pueblo estaba amargado, cada uno a causa de sus hijos y de sus hijas. Pero David se fortaleció en el Señor su Dios» (1 Samuel 30:6, NBLA)  

«Todos hemos conocido el desánimo en diversos niveles. Pero quizás el mayor desaliento ocurre cuando te das cuenta de que estás cosechando las consecuencias de tu pecado; que eres responsable del desastre en el que estás metido» S. Cole

Si, coincido con esa afirmación. Mi cuerpo es el que está pagando los resultados de querer controlar cada aspecto de mi vida y no soltar verdaderamente la carga a Dios. Pero incluso “la enfermedad” es el puente que Dios ha dispuesto amorosamente delante mío para atravesarlo completa y firmemente sujeta de Su mano. Con invaluables lecciones aprendidas.

También el rey David en 1 Samuel 27 se metió en un lío al tratar de librarse de su problema. A causa del temor se apoyó en su entendimiento y no confió en la dirección de Dios formando una alianza con el pagano Aquis, rey de Gat: “Entonces David se dijo: «Ahora bien, voy a perecer algún día por la mano de Saúl. Lo mejor para mí es huir a la tierra de los filisteos. Saúl se cansará, y no me buscará más en todo el territorio de Israel, y escaparé de su mano»” (V1, NBLA)

Desde su perspectiva, la salida más idónea era habitar en Siclag con sus hombres y familias, unirse a los filisteos y luchar hombro a hombro con ellos. Transcurrió 1 año y 4 meses para que los filisteos exigieran que se marchara porque desconfiaban de él.

No hay duda que el refugiarse entre los enemigos de Dios, actuar sin aprobación divina y recurrir al engaño trajo consecuencias a su vida.

¿Y cuáles fueron?

“Cuando David y sus hombres llegaron a la ciudad, vieron que había sido quemada; y que sus mujeres, sus hijos y sus hijas habían sido llevados cautivos” (1 Samuel 30:3, NBLA)

Al regresar a Siclag se encontraron con un panorama desolador: los amalecitas habían destruido la ciudad y capturado a todos los habitantes, incluidas las dos esposas de David. Él y su gente lloraron hasta que no quedaron fuerzas.

Luego los hombres, como es usual en tiempos de adversidad, señalaron a David como el culpable de su gran desdicha, quisieron apedrearlo por lo que la angustia invadió el corazón de David. Ahora estaba sin familia, sin aliados, sin posesiones y sin certeza de nada..

¿Y cómo respondió David?

«“Pero David se fortaleció en el Señor” este es uno de los muchos grandes «peros» de la Biblia. Todo alrededor de David era pesimismo. Sus propiedades fueron destruidas o robadas. Sus esposas habían desaparecido y no sabía si volvería a verlas. Sus hombres hablaban de matarlo. «¡Pero David!» Intencionadamente, deliberadamente rechazó la tristeza y la maldad de sus hombres. Intencionalmente miró más allá de las ruinas humeantes de Siclag a la grandeza de su Dios» S. Cole

El término hebreo para “se fortaleció” es el verbo ḥāzaq (H2388) que transmite el significado de hacerse fuerte, fortalecerse o armarse de coraje. La voz activa implica una acción intencional, voluntaria y persistente.

Lo cierto es que nadie va a venir a rescatarnos cuando estamos abatidas por el desánimo, depresión, desaliento, frustración, enfermedad, entre otros; tenemos que decidir y ser intencionales en levantarnos y buscar a Dios, que es el Único que permanece y no rechaza al corazón contrito y humillado.

¿Y que implica fortalecerse en el Señor?

“Entonces dijo David al sacerdote Abiatar, hijo de Ahimelec: «Te ruego que me traigas el efod». Y Abiatar llevó el efod a David. Y David consultó al Señor: «¿Perseguiré a esta banda? ¿Podré alcanzarlos?». Y Él le respondió: «Persíguelos, porque de cierto los alcanzarás y sin duda los rescatarás a todos». Partió, pues, David, él y los 600 hombres que estaban con él…” (1 Samuel 30:7-9a, NBLA)

De este pasaje podemos sacar al menos cuatro acciones:
1. Volverse a Dios
2. Buscar la dirección de Dios
3. Someterse y obedecer la voluntad de Dios
4. Confianza en Dios

El hombre conforme al corazón de Dios se arrepintió de su error, de no apoyarse en el Soberano, y lo demostró al consultar por Su voluntad sobre esta terrible tragedia. David preguntó sobre si debía o no actuar y obedeció inmediatamente porque creyó en Su Palabra.

Como resultado de esta obediencia, David fue guiado al campamento de los amalecitas, los abatió y recuperó todo lo que fue robado. Nada de lo que era de ellos faltó.

Amiga, tal vez hoy estás lidiando con las consecuencias de tus pecados, el pecado de otros o simplemente las aflicciones de este mundo y, así como David, tu alma está angustiada, pero debemos recordar que la Biblia, en el Antiguo y Nuevo Testamento, nos muestra a un Dios que nunca nos abandona.. un Dios que no ha cerrado Sus ojos, no ha tapado Sus oídos y no ha acortado Su brazo.

Nuestros ojos, cuerpo y mente pueden ver, sentir o pensar muchas cosas, pero la Palabra de Dios es la única Verdad. Así que, tomemos la decisión de fortalecernos en el Señor: “¿No te lo he ordenado Yo? ¡Sé fuerte y valiente! No temas ni te acobardes, porque el Señor tu Dios estará contigo dondequiera que vayas»” (Josué 1:9, NBLA)

 

 

Oremos:

Querido Padre, hoy reconocemos que aún en medio de la disciplina por nuestras malas decisiones hay misericordia y gracia. Queremos agradecerte porque Tu mano nos sostiene y Tu cayado nos infunde aliento. En el nombre de Jesús. Amén. 

 

Versículo para meditar:

Salmos 9:10 En Ti pondrán su confianza los que conocen Tu nombre, porque Tú, oh Señor, no abandonas a los que te buscan. (NBLA)

 

Para reflexionar:

¿Cómo te identificas con la situación de David? ¿Hay algo de lo que él hizo que debas hacer hoy?

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.