“En mi corazón he guardado tus dichos, Para no pecar contra ti”

(Salmos 119:11, RVR1960)

“Todos los seres humanos somos esclavos: o del pecado o de la justicia. ¿A quién están obedeciendo los miembros de tu cuerpo: mente, ojos, oídos, lengua, manos y pies? ¿Está honrando a Dios todo lo que ingresa a tu mente y desciende hasta tu corazón?”

Esas preguntas confrontaron mi corazón.

Es una verdad absoluta que la fuerza abrumadora del pecado, que una vez controló nuestras vidas, ha perdido su poder (Romanos 6), ahora ya no somos esclavas del pecado, somos esclavas de Cristo.

Pero…

Hay días en los que cada parte de mi cuerpo se deleita en lo opuesto a lo verdadero, honesto, justo, puro, amable, honorable y excelente (Filipenses 4:8). El filtro que debe regir cada ámbito de nuestras vidas.

Y la verdad es que a medida que caminamos más cerca a la luz de la Palabra nos volvemos cada vez más conscientes de nuestros pecados. Las Escrituras nos muestran cuán lejos estamos del estándar perfecto de Dios, revelan lo que Él ya sabía, pero nosotras todavía no.

¿Y qué podemos hacer para ofrecer nuestro cuerpo como sacrificio vivo, santo y agradable a Dios (Romanos 12:1) cada día?

1.Una perspectiva correcta del pecado

José supo que, si cometía adulterio con la esposa de Potifar, en última instancia, pecaba contra Dios (Génesis 39:9).

El rey David afirmó que había pecado contra Dios (Salmos 51:4) después de ser confrontado y amonestado por el adulterio y asesinato cometidos (2 Samuel 12).

Y con esa misma perspectiva debemos vivir día a día: “Si pecamos, pecamos contra Dios. El mismo Dios que compró nuestra libertad a un altísimo precio (1 Corintios 7:23): con la sangre preciosa de Cristo (1 Pedro 1:19)”.

2.El antídoto contra el pecado: La Palabra

En el Salmos 119 (V9-16), el salmista enfatiza la importancia de poner en práctica las Escrituras y el versículo clave de esta sección es el 11, donde él confiesa que ha guardado la Palabra de Dios en su corazón para no pecar contra Él.

La palabra GUARDAR en el hebreo original es tsâphan (H6845) que significa principalmente esconder, mantener en secreto, ocultar algo, con frecuencia, de gran valor y con un propósito definido (para protección o con fines siniestros). De forma secundaria quiere decir «ATESORAR«.

La Septuaginta traduce GUARDAR con el verbo krupto que significa esconder, ocultar o mantener en secreto. La voz activa indica que el salmista ha hecho una elección consciente de su voluntad para esconder la Palabra de manera segura en su corazón.

La Palabra de Dios escrita en las páginas de nuestro corazón, donde nadie la puede ver ni mucho menos arrebatar, es el mejor tesoro, no sólo porque es de Él, sino porque nos equipa para complacerlo en todo lo que pensamos, hacemos y decimos.

El pastor John Piper señala: “Cuando el salmista dice: «En mi corazón he atesorado tu palabra», no sólo indica que el acto de atesorar se produce en su corazón, sino que la palabra está guardada y escondida ahí como algo valioso, como un tesoro. Una de las formas de alejarse de pecar, una forma de obtener el objetivo primordial de existir, de vivir para la gloria de Dios disfrutando de él para siempre, consiste en guardar la Palabra de Dios en nuestros corazones como algo muy valioso. Cuando tenemos la Palabra de Dios guardada y oculta en nuestros corazones, y la atesoramos como el oro y la plata, esa Palabra cumplirá la función de alejarnos del pecado”.

Y el pastor A. Rogers agrega que para tener una vida de pensamientos puros hay tres pasos a seguir: purificación, determinación y fortificación; está última relacionada con guardar la Palabra que es el «antídoto que mantiene los pensamientos impuros afuera, ayudándonos a vencer el mal con el bien».

3.El antídoto contra el pecado es efectivo cuando…

Podemos tener una o más Biblias, pero ¿está almacenada en el estante? O ¿la estamos leyendo?, ¿hacemos una lectura rápida y superficial? O ¿meditamos en ella?, ¿nos esforzamos por memorizar? O ¿nos justificamos por nuestra falta de memoria?, ¿es real para ti y decides aplicarla? O ¿dudas de Su fiabilidad?

Pensemos en esto: ¿De qué sirve el antídoto, la Palabra de Dios, si no se toma y se usa?

Dios es un Dios santo. Cuando leemos, meditamos y aplicamos la Biblia los pensamientos de Dios se van transfiriendo a nuestra mente, entonces, empezamos a pensar como Él piensa, detectando el engaño y evitando el peligro del pecado.

…Cuando queremos caer en la queja, la Palabra guardada nos recordará que debemos dar gracias a Dios en todo (1 Tesalonicenses 5:18).

…Cuando queremos caer en la incredulidad, la Palabra guardada nos recordará que Jesús es fiel y verdadero (Apocalipsis 19:11).

Amiga, podemos despojarnos del pecado que tan fácilmente nos envuelve (Hebreos 12:1) al recordar que pecamos contra Dios mismo y al guardar la Palabra de Dios en el corazón. Esto último implicará conocer y aplicar lo que nuestro Creador ha revelado para vivir como esclavas de justicia.

 

 

Oremos:

Querido Padre, crea en nosotros un corazón limpio y renueva un espíritu recto. Ayúdanos a presentar nuestros cuerpos como sacrificio vivo, santo y agradable a Ti cada día.  En el Nombre de Jesús. Amén.

 

Versículo para meditar:

Salmos 32:5 “Mi pecado te declaré, y no encubrí mi iniquidad. Dije: Confesaré mis transgresiones a Jehová; Y tú perdonaste la maldad de mi pecado» (RVR1960).

 

Para reflexionar:

¿Estás aplicando el filtro de Filipenses 4:8 al contenido en redes, medios de comunicación y conversaciones diarias? ¿Cómo puedes empezar a guardar la Palabra de Dios en tu corazón?

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.