“Fueron halladas tus palabras, y yo las comí; y tu palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón; porque tu nombre se invocó sobre mí, oh Jehová Dios de los ejércitos”

Jeremías 15:16 (RVR-1960)

“Otra vez tropecé con la trampa del desánimo y no puedo levantarme”, fue mi respuesta a su preocupación. “Tal vez necesitas unas vacaciones o vitaminas para sentirte mejor”, fue su respuesta a mi situación.

Estaba en medio de una temporada muy demandante a nivel mental y físico, y a eso había que añadir un corazón herido a causa de palabras mal intencionadas y cargadas de ira. En el día a día las expectativas eran altas pero mis ánimos no estaban a la altura. ¿Alguna vez has sentido lo mismo?

En mis oraciones agradecía a Dios por infundir fuerzas nuevas y reconocía el poder de Su Palabra para sustentarme a lo largo del día, pero, sinceramente, mi gozo estaba ausente. Las circunstancias estaban drenando los depósitos del gozo del Señor y no sabía cómo detenerlo.

Misericordiosamente empecé un estudio bíblico que requería mi total atención y precisamente fue en la Palabra de Dios — una revelación más profunda de Su carácter, Su fidelidad y Su poder— donde encontré un océano de gozo y esperanza.

Meditar en Su Palabra renovó mi mente, cambió mi perspectiva y eso desbordó mi corazón de gozo. 

“Mis circunstancias no han cambiado, tal vez empeoren, pero mi corazón ha sido transformado por Su verdad revelada”, fue mi respuesta cuando ella volvió a preguntar.

El profeta Jeremías, conocido como “el profeta llorón”, tuvo una misión retadora: proclamar un mensaje de condenación a una idolatra Judá que no quería arrepentirse. Él reprendió una y otra vez a los líderes y al pueblo por haber abandonado a Dios y a Sus mandamientos, y a cambio recibió desprecio, rechazo y persecución.

Jeremías amó a Judá, pero mucho más a Dios por lo que fue fiel en obedecer Su voluntad. Él anunció las consecuencias del pecado, aunque tenía el corazón quebrantado.

¿Y cómo logró Jeremías cumplir su llamado?

“Fueron halladas tus palabras, y yo las COMÍ; Y tu palabra me fue por GOZO y por alegría de mi CORAZÓN” (Jeremías 15:16, énfasis añadido).

Jeremías no solo saboreó la Palabra, masticó, digirió y experimentó un cambio en su corazón. Asimiló la Palabra de Dios y permitió que ésta se convierta en parte de su ser, Su significado se hizo realidad en su vida.

Jeremías recibió la Palabra de Dios revelada, sin cuestionamientos, la guardó y atesoró en su corazón, entonces se produjo el gozo para seguir sirviendo fielmente a Dios. El gozo del Señor es lo que nos infunde la fortaleza (Nehemías 8:10), es como el aceite para el engranaje de nuestra obediencia.

Amiga, cuando la meditación de la Palabra se convierte en parte de nuestra vida nuestra mente es renovada (Romanos 12:2). Cuando se convierte en parte de nuestro ser, el Espíritu Santo produce una obra transformadora muy valiosa e imperecedera.

Cuando las dificultades y aflicciones llegan, la mayoría de las personas buscan respuestas en cualquier lugar EXCEPTO en la Palabra de Dios, sin embargo, SOLO a través del conocimiento de Él recibimos todo lo que necesitamos: “Todas las cosas que pertenecen a la vida y a la piedad nos han sido dadas por su divino poder, MEDIANTE el CONOCIMIENTO de AQUEL que nos llamó por su gloria y excelencia» (2 Pedro 1:3, énfasis añadido, RVR-1995).

La Palabra de Dios no penetrará a la fuerza en nuestro corazón, se requiere de disposición y humildad:

“Mira a Jesucristo. Cada vez que estuvo en problemas usó la Palabra de Dios. Cuando fue tentado usó la Palabra. Cuando estuvo sufriendo en la cruz usó la Palabra”. Timothy Keller

 

 

Oremos:

 

Querido Padre, reconocemos que nuestro caminar en la fe es muchas veces afectado por nuestra perspectiva limitada y eso nos hunde en el desánimo. Te pedimos que nos ayudes a sumergirnos en la Verdad de Tu Palabra para absorber el gozo y esperanza que solo hallamos en Ti. Enséñanos y revélanos Tu Verdad con la ayuda de tu Espíritu Santo. En el Nombre de Jesús. Amén.

 

Versículos para meditar:

 

Salmos 119:15-16, En tus mandamientos meditaré; consideraré tus caminos. Me regocijaré en tus estatutos; no me olvidaré de tus palabras. (RVR-1995)

Josué 1:8, Nunca se apartará de tu boca este libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que está escrito en él, porque entonces harás prosperar tu camino y todo te saldrá bien. (RVR-1995)

 

Para reflexionar:

 

¿Cómo puedes mejorar tu tiempo de meditación en la Palabra de Dios? ¿Qué impide que te sientes a los pies de Jesús a escuchar Su voz a través de Su Palabra? Oramos para que nuestros corazones tengan la disposición de recibir y atesorar la Palabra de Dios.

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.