“Cuando vi su temor, me levanté y dije a los nobles, a los oficiales y al resto del pueblo: «No les tengan miedo. Acuérdense del Señor, que es grande y temible, y luchen por sus hermanos, sus hijos, sus hijas, sus mujeres y sus casas» (Nehemías 4:14, NBLA)

«No pain no gain», una frase que significa «sin dolor no hay ganancia» y que es muy popular en estos tiempos donde el objetivo de muchos es prosperar, crecer y perfeccionar.

Pero la «economía» de Dios es distinta, los cristianos podemos afirmar que «SIN DOLOR NO HAY PÉRDIDA» y eso, en última instancia, es GANANCIA.

¿Qué es lo que perdemos? El temor, el orgullo, la dependencia a cosas o personas, la autosuficiencia, entre otras cosas que cargamos de nuestro «viejo hombre».

¿Qué es lo que ganamos? “Y después de que hayan sufrido un poco de tiempo, el Dios de toda gracia…Él mismo LOS PERFECCIONARÁ, AFIRMARÁ, FORTALECERÁ, Y ESTABLECERÁ” (1 Pedro 5:10, énfasis añadido, NBLA). Cuatro verbos que reflejan el trabajo de Dios, a través de las pruebas, para forjar en nosotras actitudes indispensables en el camino hacia la madurez cristiana.

Sin duda, las pruebas son el medio a través de las cuales experimentamos el dolor. Y muchas veces, puede parecernos que la adversidad, oposición y sufrimiento nos hacen malgastar tiempo, salud y energía, pero en realidad, en las manos de Dios, se convierten en valiosos recursos para purificar nuestra fe y profundizar nuestra dependencia a Él.

Y en Nehemías 4 encontramos un gran ejemplo de «perder para ganar».

En un intento de detener la obra encomendada por Dios, Sanbalat y Tobías se burlaron de los judíos que estaban reparando los muros de Jerusalén (V1-4). No obstante, Nehemías, su líder piadoso, oró a Dios dejando la justicia en Sus manos por lo que lograron edificar la muralla hasta la mitad de su altura, “porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar” (V5-6).

Pero, una vez más, Sanbalat, Tobías y otros más se enojaron y conspiraron contra ellos. Nehemías volvió a encomendarse a Dios, idearon un plan de protección y tomaron armas para defenderse, pero las amenazas encrudecieron, el pueblo empezó a desanimarse y sus fuerzas desfallecían (V7-13).

1. Algo por perder: El temor

A veces creemos que la bomba atómica es el arma más destructiva y lapidaria. De ninguna manera.

El temor es la herramienta más poderosa porque se opone a la fe, haciéndonos olvidar a Dios, Su cuidado y Sus promesas.

Es una emoción que intenta filtrarse en nuestro corazón para paralizarnos, debilitarnos, desanimarnos o hacernos retroceder en nuestra obediencia a Dios, pero no debemos permitirlo.

Mientras vivamos en este mundo habrá motivos para temer, sin embargo, tenemos armas divinas, y al Espíritu Santo, para vencer.

«El temor es una oscuridad hueca en el futuro que se remonta en el tiempo para robarnos el gozo presente menospreciando la bondad soberana de Dios» (J. Parnell)

2. La estrategia para perder el temor: Acuérdense del Señor, que es grande y temible

A veces, creemos que nuestros enemigos son grandes y temibles; pero ¿lo son en comparación con Dios? De ninguna manera.

Los atributos de verdadera grandeza y poder pertenecen únicamente al Dios de Israel y, por lo tanto, garantizan la victoria a todos los que confían en Él.

Nehemías diseñó planes sabios y el pueblo hizo su parte, también nosotras, pero nuestra confianza se fundamente en el Señor Todopoderoso.

La única manera de no temer a los enemigos es temiendo al Señor y Su poder. No apartemos nuestros ojos del Señor.

«Nehemías puso sus mentes en la perspectiva correcta. El desafío era grande pero no había razón para temer. Él que estaba en ellos era más grande que él que estaba en el mundo» (Guzik)

3. Algo por ganar: Fe para volver a la obra

¿Un muro reconstruido y un pueblo sin fe? De ninguna manera.

El pueblo necesitaba la oposición para confiar que Dios pelearía por ellos (V20) porque sin fe es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).

Dios hizo que los opositores supieran que sus planes destructores no tendrían éxito ya que el pueblo estaba preparado y en alerta (V15).

Luego de eso, el pueblo continuo la obra del Señor con valentía, con una espada en una mano y una pala en la otra, trabajando duro desde el amanecer y haciendo guardia durante las madrugadas. Y esa fue su mayor victoria.

«Así que, mientras Nehemías y el pueblo trabajaban para reconstruir Jerusalén, Dios trabajaba, a través de la oposición, para edificar su fe dependiente en Su poder y no en el de ellos. Por eso, todas las pruebas aparentemente inútiles de nuestra vida y trabajo en el reino no son en vano. Dios está forjando «la autenticidad de nuestra fe», que Él considera «más preciosa que el oro» (1 Pedro 1:7). Y son las pruebas más que la prosperidad las que nos enseñan a «recordar al Señor»» (Jon Bloom)

Amiga, ¿Qué es lo que tienes que perder? Tal vez, estás atravesando un valle o un desierto lleno de obstáculos y con enemigos a cada lado y piensas que es un absurdo o una injusticia, algo inútil, pero precisamente son el martillo, la lija y el horno que Dios está usando para limpiarte de las impurezas y sobrantes para que recibas algo mejor: una fe fortalecida.

Nada es despreciable en Sus manos. Confía.

 

 

 

Oremos:

Querido Padre, te damos gracias por Tu Palabra viva y eficaz. No hay mayor consuelo al saber que Tú estás trabajando en nuestras vidas con un propósito mejor y mayor del que pensamos. Ayúdanos a menguar para que Tú puedas crecer. En el Nombre de Jesús. Amén. 

 

 

 

Versículo para meditar:

1 Pedro 4:12-13 Amados, no se sorprendan del fuego de prueba que en medio de ustedes ha venido para probarlos, como si alguna cosa extraña les estuviera aconteciendo. Antes bien, en la medida en que comparten los padecimientos de Cristo, regocíjense, para que también en la revelación de Su gloria se regocijen con gran alegría (NBLA)

 

Para reflexionar:

¿Cómo te puede ayudar la palabra acuérdense a «perder para ganar»? ¿Cómo te ayuda esta enseñanza de Nehemías y el pueblo a enfrentar las pruebas en tu caminar cristiano?

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.