Regocijaos en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!

(Filipenses 4:4, RVR1960)

La envidia y la frustración ocasionadas al comparar la prosperidad de los impíos con el sufrimiento de los justos contaminó el corazón de Asaf con amargura lo que nubló su entendimiento:

“Cuando mi corazón se llenó de amargura, Y en mi interior sentía punzadas, Entonces era yo torpe y sin entendimiento; Era como una bestia delante de Ti” (Salmos 73:21-22, NBLA)

Pero cuando entró al santuario de Dios no sólo recobró el entendimiento (V17) sino que su perspectiva cambió. No fue por un optimismo repentino o una actitud mental positiva. Tampoco fue por un cambio de circunstancias. Fue el conocimiento de Dios y Su Verdad la clave. ¡No se lamentó más y escogió regocijarse en el Señor!:

“¿A quién tengo yo en los cielos sino a Ti? Fuera de Ti, nada deseo en la tierra. Mi carne y mi corazón pueden desfallecer, Pero Dios es la fortaleza de mi corazón y mi porción para siempre” (Salmos 73:25-26, NBLA)

Al igual que Asaf también he apartado los ojos de Dios para ponerlos en mi vida y en la de otros. He murmurado contra los designios Dios, ¡el Hacedor! He lamentado mi situación “injusta”, ¡como si Dios fuera un Juez injusto! Me he comparado con el resto, ¡como si hubiera algo que mereciera!

¿Te identificas?

La palabra “Regocijaos” proviene del griego “chairo” que es un imperativo en tiempo presente y que nos exhorta a tener un estilo de vida de gozo que surge de una elección activa de nuestra voluntad, independientemente de si nos enfrentamos a circunstancias gozosas o adversas y/o personas.

¿Pero de dónde obtenemos el gozo?

El gozo es un fruto del Espíritu Santo depositado en cada creyente, pero el regocijarnos en el Señor es un mandato divino y nuestro deber.

J.I.Packer detalla que Regocijaos en el Señor es “regocijarse de estar en Cristo, de tener al Padre de Cristo como Padre, de ser justos ante Dios Padre y herederos de Su gloria por la mediación de Cristo, de poseer la salvación y la vida eterna como un don de Cristo” y también destaca el uso de cuatro fuentes para lograrlo:

El gozo proviene de la conciencia de ser amado.

El cristiano es consciente de que es amado como nadie, porque sabe que Dios Padre lo ha amado tanto como para entregar a su Único Hijo para que muera en la cruz, en la vergüenza y la agonía, para que tuviera vida eterna. Cada día podemos sustentarnos de ese abrumador e incomparable amor divino.

El gozo proviene de aceptar la situación personal como algo bueno.

Es un error creer que el bien por el que Dios trabaja es nuestra comodidad y bienestar ininterrumpidos. El objetivo de Dios es, más bien, nuestra santificación y semejanza con Cristo, la verdadera santidad que es el camino hacia la felicidad.

El gozo proviene de tener algo que es valioso.

“Tengo a Cristo. Conozco a Cristo. Amo a Cristo. Él es un tesoro de extraordinario valor. Él es todo lo que quiero. Soy el más feliz de los seres humanos, porque soy de Él, y Él es mío para siempre, y dejaré alegremente cualquier cosa para aferrarme a Él y disfrutar de los frutos plenos de Su amor».

El gozo proviene de entregar algo que es valioso.

Cristo envía a los creyentes al mundo para que sean sus testigos. Cuando comparten su conocimiento de Cristo con otros, saben que están dando a la gente la única cosa valiosa y que además se necesita desesperadamente. No hay nada más importante que eso.

Amiga, el regocijarnos en el Señor cada día es una cuestión de decisión: «Decidir que Su Verdad es la Única Verdad y no los pensamientos, de todo tipo, que se cuelan en nuestra mente».

Tenemos que disciplinar nuestras mentes para conocer al Dios de nuestra Biblia, creer esas Verdades y alimentarlas cada día. Él es y será nuestra única fuente de gozo.

¿Están nuestras mentes enfocadas en Dios? ¿La Verdad de Su Palabra está dominando nuestros pensamientos?

 

Oremos:

 

Querido Padre, te pedimos perdón por las veces que hemos decidido quejarnos, murmurar y desconfiar haciendo que nuestros corazones se llenen de amargura. Ayúdanos a cultivar el hábito de regocijarnos en Ti siempre.  En el Nombre de Jesús. Amén.

 

 

Versículos para meditar:

 

Colosenses 3:1-2 Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mira en las cosas de arriba, no en las de la tierra. (NBLA)

 

 

 

Para reflexionar:

 

¿Qué es lo que está impidiendo regocijarte en el Señor? ¿Es por apartar tus ojos de Dios? ¿Es por escoger creer en tus pensamientos y no la Verdad de Dios?

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.