“Pero los que esperan en el Señor renovarán sus fuerzas. Se remontarán con alas como las águilas, Correrán y no se cansarán, Caminarán y no se fatigarán”

Isaías 40:31 (NBLA)

En los primeros 39 capítulos, el profeta Isaías pronuncia juicio contra Judá y Jerusalén: Nabucodonosor II conquistaría el reino, la ciudad sería destruida y el pueblo iría al exilio en Babilonia.

Sin embargo, en el capítulo 40 aparece el consuelo de Dios: las promesas de restauración y palabras de aliento para los judíos en cautiverio.

Del versículo 1 al 11, evidenciamos la voluntad de Dios para salvar a Su pueblo, y la promesa de guiarlos como un Pastor amoroso.

Luego, los versículos del 12 al 26 destacan la suficiencia y capacidad de Dios para salvar. Versos que describen Su poder sobre la creación, los dioses falsos y las naciones.

Pero para los exiliados no era evidente que Dios pudiera salvarlos, se sentían abandonados: ¿Por qué dices, Jacob, y afirmas, Israel: «Escondido está mi camino del Señor, Y mi derecho pasa inadvertido a mi Dios?» (v27)

Y la respuesta de Dios, a través de Isaías, es maravillosa: no cuestiona al pueblo, tampoco, profundiza en el por qué o para qué de sus circunstancias. Más bien, dirige las miradas hacia Su grandeza: Eterno, Creador, Todopoderoso y Omnisciente, y revela la clave para recibir Su fuerza.

…algo que podemos aplicarlo a nuestras vidas.

La condición

La palabra ESPERAR en el hebreo original es QAVAH (H6960), que proviene de una raíz que significa trenzar o enrollar una cuerda, significa esperar, aguardar con anhelo. La idea básica es esperar o aguardar con expectación.

La Septuaginta traduce QAVAH en Isaías 40:31 con el verbo griego hupomeno que se deriva de hupó: bajo, como bajo el dominio de alguien y méno: morar o permanecer y significa literalmente permanecer en sumisión con resignación y esperanza ferviente. El tiempo presente y la voz activa describen este permanecer en sumisión como una práctica constante, continuamente dispuestos a someterse a la voluntad de Jehová y a morar bajo (y en) Su voluntad buena, aceptable y perfecta.

El estudioso J. Oswalt señala que este “esperar” habla de la dependencia total en Dios y la determinación de que sea Él quien defina los términos.

El intercambio

La palabra RENOVARÁN es Hālap̄/Châlaph (H2498) que significa cambiar para algo mejor.

La Septuaginta la traduce con el verbo allasso que tiene un sentido básico de hacer una cosa distinta de la que es. Significa cambiar, hacer que algo cese y que otra cosa ocupe su lugar, intercambiar una cosa por otra.

Y Wiersbe explica que «renovar» significa «intercambiar», como quitarse la ropa vieja y ponerse una nueva.

El resultado

Intercambiamos nuestra debilidad por Su poder. La palabra FUERZA (koah/koach – H3581) significa poder, capacidad o habilidad y, por tanto, habla del poder en el sentido del potencial inherente para realizar alguna función. La esperanza reside únicamente en la koah de Dios, que dota a los frágiles humanos de fuerzas para perseverar.

Entonces el “esperar en el Señor” no se trata de paciencia o anhelo, sino que incluye nuestra aceptación, confianza y certeza. No es una espera pasiva, sino una que implica nuestra participación meditando en Su carácter, recordando Sus promesas y contemplando Su grandeza recibiendo a cambio Su poder para:

“¡Hacer su voluntad! ¡Buscar Su Reino y justicia! ¡Resistir al Diablo! ¡Vencer la tentación! ¡Perseverar en las pruebas! ¡Amar! ¡Caminar por el Espíritu!

“Cuando esperamos en Dios, Él nos capacita para remontarnos cuando hay una crisis, para correr cuando los desafíos son muchos, y para caminar fielmente en las exigencias diarias de la vida” (Warren Wiersbe)

 

Oremos:

Querido Padre, gracias por la revelación de Tu carácter a través de la Palabra. Cuando fijamos los ojos en Tí las escamas de nuestros ojos desaparecen, podemos ver Tu grandeza y perseverar por el poder que nos otorgas. En el Nombre de Jesús. Amén.

 

Versículo para meditar:

2 Corintios 12:9 “Y Él me ha dicho: «Te basta Mi gracia, pues Mi poder se perfecciona en la debilidad». Por tanto, con muchísimo gusto me gloriaré más bien en mis debilidades, para que el poder de Cristo more en mí” (NBLA)

 

Para reflexionar:

¿Te identificas con el pueblo hebreo en el exilio? ¿Estás creyendo que los ojos de Dios se han apartado de ti? o ¿Qué Sus oídos se han cerrado? ¿Cómo te ayuda saber que Dios puede darte Su fuerza a cambio de tu debilidad?

Nos encantaría que compartieras tus pensamientos en los comentarios.